La
novela de Ingrid está caracterizada por tres elementos que se expresan con
nitidez a través de su protagonista Isabel Miranda: la vocación, la evocación,
y los sentimientos comprometidos. Aunque la narradora es omnisciente, y maneja
los tiempos de sus personajes, su propósito es
develar las emociones más íntimas del personaje central, en el mismo
instante en que se producen consciente e inconscientemente. La autora
impresiona con un determinado orden temporal. Tanto conciencia como
inconsciente fluyen libres, con una organización lógica y con un narrador cuya
función es transcribir los pensamientos tal cual son eyectados por su mente, se
trata de un fluir de la conciencia.
La
historia está escrita con un tono intimista, reflexivo, desde la mirada de la
protagonista central y de la narradora. Isabel siente una atracción diferente
frente a Pedro, ambos son escritores, y la literatura es uno de los ejes
centrales de esta novela que los vincula desde la adolescencia, con intervalos
de separación física, pero que se mantiene como sustento de una ilación
metodológica que se irá fortaleciendo desde el punto de vista de la
argumentación a medida que transcurre el tiempo.
La
evolución de la trama está determinada por la utilización alternada entre el
tiempo cronológico y el tiempo de la conciencia, este último inmedible, porque
los vaivenes del mundo interior de la protagonista en sus disquisiciones y en
los hechos, o acciones en las que se desenvuelve, son extensos y silenciosos.
Acción y reflexión se articulan con eficiencia en el relato a través de un
lenguaje claro, lúcido, pero lleno de dudas existenciales.
No
cabe duda que la narradora está involucrada con los acontecimientos de esta
relación entre Isabel y Pedro, por momentos pareciera que Isabel es Ingrid, o
Ingrid es Isabel, pero este enigma solo lo podría revelar la escritora de la
novela De tu sangre cautiva.
Se
define lo cautivo a la persona que se siente atraída o dominada por una cosa o
una vocación en particular. ¿Quién y por qué está cautivo o cautiva en este
relato?, y si además anteponemos el sustantivo sangre, estamos comunicando
desde el principio, afirmando, reconociendo la adicción o dependencia desde lo
fisiológico y o emocional de los protagonistas de esta trama.
Pedro
es poeta, y la poesía sume, consume, atrapa a personas que se relacionan con
ella, en este encuentro entre sujeto y obra, la relación los puede conducir a
las alturas, al limbo de los reconocidos, al cielo de los creadores, o al
ostracismo del ejercicio silencioso y perverso de este oficio. La poesía lo
atrapa, lo seduce, le proporciona un perfil que lo asocia a la profundidad en
el uso de las palabras, a la armonía subjetiva, a la estética de la
comunicación con sentido artístico. Por esta razón Pedro es un contraste entre
hombre y concepto, cuando es hombre, su vida tiende a la informalidad, al uso
desmedido de la libertad, desplazándose por las zonas oscuras del espíritu
humano, pero cuando se vincula con la poesía, es abierto, un poco iluminado y
percibe que su único y verdadero amor es su creación.
Por
su parte Isabel lo contempla, le profesa cierta admiración, ella tiene un
proyecto literario en ciernes, quiere avanzar y concluir su novela, hay un dejo
de tormento en esta relación.
La
impresión que provoca la lectura es que hay un tipo de dependencia unilateral,
una sujeción de Isabel, donde se observa un eclecticismo entre la realidad
objetiva de su entorno con las interpretaciones que hace de su situación contraactual.
Ella es contemplativa, observa atenta y detenida su ambiente, y se cuestiona en
el contexto, el destino incierto en el que se desenvuelve su universo personal.
Advierto
que la novela oscila entre el dominio y el desencanto, tiene un trasfondo crítico
que mantiene en tensión a los potenciales lectores, quienes pueden aprehender
la esencia y la existencia en espacios minimalistas, de seres acongojados con
sus relaciones y problemáticas circunstanciales.
Isabel
está ensimismada en la evocación de una experiencia sin tiempo que hace
irreconocible lo inmediato.
Quien
lea De tu sangre cautiva de Ingrid Odgers accederá al particular mundo de los
escritores y su pasión por la literatura, los problemas en los que se
desenvuelven, y en los intentos de relacionar su obra con la realidad, los
procesos de autodestrucción de algunos, la vanidad y los conflictos, el frontal
desborde de sus egos, los resentimientos y la competencia, pero en síntesis,
paradojalmente, un mundo rico en matices, donde el autor se enfrenta a la
necesidad de escribir y consumar su obra, y en el intento exponen su vida en un
despeñadero, donde la caída vertical hacia el abismo, son sus sueños y sus
esperanzas, en la digna búsqueda de un estado emocional mejor.
Finalmente,
señalo que la escritura de esta novela refleja oficio y madurez en el uso
adecuado del lenguaje, con un ritmo pausado, pero expresivo a la vez. Hay una
belleza en la historia que no es explícita, los personajes son esenciales,
vitales, específicos. No son estereotipos genéricos de la realidad, Y en cuanto
al desenlace, la autora nos sorprende con un quiebre magistral, nadie se
anticipa a los hechos, es casi imposible inferir lo que sucederá con Isabel y
Pedro, y a pesar del dolor que provoca su última acción y definitiva, la sensación
que queda es de tranquilidad y aceptación del destino de ambos. No podía ser de
otra manera.
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